San Juan Pablo II

San Juan Pablo II

viernes, 19 de julio de 2013

MEDITACIÓN ¿QUE BUSCAMOS?

Paz, consuelos, salud, estabilidad en nuestros afectos, trabajo...


Nuestra vida es una búsqueda permanente, 

aunque muy a menudo no sabemos 
bien qué buscar. Así, nos perdemos en los laberintos 
del mundo, confundidos y llenos de inseguridad,
 incapaces
 de comprender cuál es el sentido de nuestra propia 
existencia. A veces creemos encontrar lo que 
buscamos,
 para rápidamente comprender que era una efímera
 representación de nuestros sueños. Nada nos conforma, nada nos deja llenos, nada perdura.
Con una mirada profunda, se puede decir que en realidad lo que queremos encontrar 
es paz, un punto en el cual se vayan nuestros miedos del futuro, nuestros arrepentimientos
 y tristezas por el pasado. Paz. Una paz que nos asegure felicidad duradera, para que
 podamos vivir cada minuto de nuestra vida sin tanta angustia. Buscamos la paz del mundo,
 en la salud, en la certidumbre económica, en la estabilidad de nuestros afectos, en 
sentirnos haciendo lo correcto y reconocidos por ello.
Algunos, no tantos en realidad, recorren un camino espiritual para buscar esa paz del
 mundo y se empeñan en oraciones, ayunos y diálogos con Jesús. Eso está bien, 
está mucho mejor que buscarla entre los hombres. Sin embargo, plantear las cosas 
de ese modo contiene un error, porque no debemos buscar tanto la paz por si misma, 
sino más bien buscar al Señor de la Paz. La Paz de Dios es muy distinta a la que dan
 los hombres, porque es la Paz de saberse amigo de Dios, aceptando la falta de paz
 del mundo como una cruz necesaria a nuestra salvación. Se puede decir que la Paz 
Verdadera es El, se la encuentra cuando de corazón se lo descubre y abraza a
El, como destino final de nuestro existir.
¡Esa es la fuente de la verdadera Paz!
El mundo raramente tiene paz, y cuando la tiene o no es duradera, o no es auténtica.
 En cambio, la Paz del Señor está sostenida en la seguridad de que El está a cargo
 de todo. Es la Paz de saberse su amigo, su hermano. Jesús, el Rey de la Paz, hace 
que nuestra vida tenga sentido cuando estamos unidos a El y aceptando, de corazón,
 Sus designios.
Del mismo modo, no debemos buscar los consuelos del Señor, sino al Señor 
de los consuelos. Jesús, sabiendo nuestra capacidad de resistir, nos dará consuelos 
cuando ello sea bueno para nuestra salvación, y nos dejará en la sequedad del desierto,
 de la noche del alma, cuando necesitemos desapegarnos de las cosas del mundo. 
Es Su escuela, Su modo de templarnos.
Muchos buscan con necedad los milagros del Señor, en lugar de abrazar al Señor 
de los Milagros. Jesús, Verdadero Dios y Verdadero Hombre, hizo tantos milagros
 en Su tiempo en la tierra como los hace ahora mismo, porque El está Vivo. Debemos
 sorprendernos y 
agradecer Su intervención milagrosa, que se puede ver alrededor nuestro con solo
 prestar atención y mediante los ojos de la fe. Buscar el milagro por el milagro nos 
expone a caer en el error y alejarnos justamente de quien debiéramos buscar.
Jesucristo es el Señor de todas las cosas, porque a El todo pertenece. Nuestras 
búsquedas deben atravesar las inseguridades y los miedos del mundo, para que
confiados en Su Amor nos dejemos guiar por el curso de nuestra vida.
 Busquemos la Fuente de la Vida Eterna, porque El sabrá cuando darnos 
sentimientos de paz, de consuelo, o salud, o fortaleza. Y El sabrá también
 cuando es conveniente que nos forjemos en el sufrimiento, en las inseguridades,
 en las angustias, o en las faltas de claridad respecto del futuro.
Jesús, mi Señor, yo veo en todo Tu Mano Salvadora, y así me entrego a Tu Voluntad
 para que hagas de mi lo que Tú quieras. Soy tu servidor, inservible y confundido, 
pero confiado en que Tú sabrás sacar provecho de mí paso por esta vida. Quiero poner 
mi mirada en Tu Casa, para que este caminar por el mundo no me distraiga de mi meta.
 Tus Ojos sean mis ojos, mi Señor, haz que Tu Corazón inflame el mío de Tu Paz. Amén.
  
Jesús es el Rey de la Paz
www.reinadelcielo.org

jueves, 18 de julio de 2013

SEÑOR...ENSÉÑANOS A REZAR

¿Qué quiere decir rezar? ¿Cómo hay que rezar? Por eso, la respuesta que dio Cristo es siempre actual. ¿Y qué  respuesta dio Cristo? En cierto sentido, El enseñó, a los que le preguntaban, las palabras que debían pronunciar para rezar, para dirigirse al Padre. Esas palabras se encuentran en las dos versiones evangélicas: el texto del Evangelio de hoy se diferencia ligeramente de aquel a que estamos acostumbrados en nuestra oración cotidiana; en efecto, nosotros recordamos el Padre Nuestro según la versión de San Mateo.
Cristo, pues, enseñó las palabras de la oración; las palabras más perfectas, las palabras más completas; en ellas se encierra todo.
Sin embargo, la respuesta de Cristo no se limita exclusivamente al texto, a las palabras que debemos pronunciar cuando rezamos. Se trata de un problema mucho más urgente y podría decirse que mucho más complejo.
¿Que quiere decir rezar? Rezar significa sentir la propia insuficiencia, sentir la propia insuficiencia a través de las diversas necesidades que se presentan al hombre, las necesidades que constantemente forman parte de su vida. Como, por ejemplo, la necesidad del pan a que se refiere Cristo, poniendo como ejemplo al hombre que despierta a su amigo a medianoche para pedirle pan. Tales necesidades son numerosas. La necesidad de pan es, en cierto sentido, el símbolo de todas las necesidades materíales, de las necesidades del cuerpo humano, de las necesidades de esta existencia que nace del hecho de que el hombre es el cuerpo. Pero la escala de estas necesidades es más amplia.
[Rezar quiere decir ser conscientes; ser conscientes, hasta el fondo, de todas las necesidades del hombre, de toda la verdad sobre el hombre y, en nombre de esa verdad, cuyo sujeto directo soy yo mismo, pero también mi prójimo, todos los hombres, la humanidad entera..., en nombre de esa verdad, dirigirse a Dios como al Padre.
Ahora bien, según la respuesta de Cristo a la pregunta "enséñanos a orar", todo se reduce a este singular concepto: aprender a rezar quiere decir "aprender quién es el Padre". Si nosotros aprendemos, en el sentido pleno de la palabra, en su plena dimensión, la realidad "Padre", hemos aprendido todo. Aprender quién es el Padre quiere decir aprender la respuesta a la pregunta sobre cómo se debe rezar, porque rezar quiere decir también encontrar la respuesta a una serie de preguntas ligadas, por ejemplo, al hecho de que yo rezo y en algunos casos no soy escuchado.
Cristo da respuestas indirectas a estas preguntas …... Las da en todo el Evangelio y en toda la experiencia cristiana. Aprender quién es el Padre quiere decir aprender lo que es 'la confianza absoluta. Aprender quién es el Padre quiere decir adquirir la certeza de que El no podrá absolutamente rechazar nada….. El no te rechaza ni siquiera cuando todo, material y sicológicamente, parece indicar el rechazo. El no te rechaza jamás.
Por tanto, aprender a rezar quiere decir "conocer al Padre" de ese modo; aprender a estar seguros de que el Padre no te rechaza jamás nada, sino que, por el contrario, da el Espíritu Santo a quienes lo piden.
Los dones que pedimos son diversos como lo son nuestras necesidades. Pedimos según nuestras exigencias y no puede ser de otro modo. Cristo confirma esa nuestra actitud; sí, así es; debéis pedir según vuestras exigencias, tal como las sentís. Como estas necesidades os sacuden, a veces dolorosamente, así debéis rezar. Cuando, en cambio, se trata de la respuesta a cada pregunta vuestra, tal respuesta se da siempre a través de un don sustancial: el Padre nos da al Espíritu Santo. Y lo da en consideración de su Hijo. Por esto ha dado a su Hijo, ha dado a su Hijo por los pecados del mundo, ha dado a su Hijo saliendo al encuentro de todas las necesidades del mundo, de todas las necesidades del hombre, para poder siempre, en este Hijo crucificado y resucitado dar al Espíritu Santo. Este es su don.
Aprender a rezar quiere decir aprender quién es el Padre y adquirir una confianza absoluta en Aquel que nos ofrece este don cada vez más grande y ofreciéndonoslo, jamás nos engaña. Y si a veces o incluso frecuentemente no recibimos directamente lo que pedimos, en este don tan grande —cuando se nos ofrece— se hallan encerrados todos los otros dones; aunque no siempre nos demos cuenta de ello.”


Historia de las Jornadas Mundiales de la Juventud

http://www.rio2013.com/es/la-jornada/historia-de-la-jornada

miércoles, 6 de febrero de 2013

Juan Pablo amigo, Trujillo está contigo 4 de Febrero 2013









                                                         






28° Aniversario de la visita del Papa beato Juan Pablo II a Trujillo -Perú 4 de febrero (1985-2013)


Homenaje al beato Juan Pablo II por el 28° Aniversario de su visita a Trujillo - Perú.
Se realizó en el Ovalo Papal, el mismo lugar donde hace 28 años un día 4 de febrero de 1985 el Papa Juan Pablo II dirigió su mensaje de fé, de justicia, de amor y paz.
Recordamos cuando la gran multitud de gente a viva voz de le decía: ¡JUAN PABLO AMIGO, TRUJILLO ESTÁ CONTIGO!  ¡JUAN PABLO II,..  TE QUIERE TODO EL MUNDO! Luego en la catedral los niños y jóvenes de aquella época entonaron el "Himno  a Juan Pablo Peregrino", el mismo  que estamos siempre repasándola y aprendiéndola de memoria.
Todos los últimos viernes de cada mes acompáñennos a la misa  a las 6 de la tarde, que en su homenaje se celebran en la Capilla del Arzobispado, orando por su pronta canonización y pidiéndole que interceda ante Dios nuestro Señor Jesucristo, por las vocaciones Sacerdotale, porque ilumine al mundo entero para que haya paz en las familias, en cada uno de los hogares, por nuestra juventud y para que nos mantenga siempre perseverantes en nuestra fé y devoción.
Por Cristo nuestro Señor.